LA REALIDAD CIRCUNDANTE - Julio Garmendia

Con grandes gestos, en alta voz, a fin de llamar la atención de los pasantes, comenzó de nuevo su peroración.
—Un gran número de personas —dijo— un número de personas mucho mayor de lo que suele decirse, están mal adaptadas o no lo están absolutamente a las condiciones del mundo en que viven. Carecen de la importante facultad de adaptarse al medio ambiente. Les falta el resorte de adaptación a la realidad circundante. Ahora bien, yo he descubierto o inventado una capacidad artificial que suple ventajosamente a la capacidad espontánea o natural de adaptación. Es un pequeño y en apariencia insignificante aparato o accesorio, de composición ingeniosa, de sencillo empleo y de poco peso y volumen, y que llamo "Capacidad artificial especial para adaptarse incontinenti a las condiciones de existencia, al medio ambiente y a la realidad circundante".
Introdujo ambas manos en uno de los bolsillos del chaleco —un chaleco a cuadros— y extrajo con precaución una cajita o estuche que contenía, según dijo, uno de sus exactos y excelentes aparatos adaptadores a las vicisitudes de la vida, las inconstancias de la suerte, las inclemencias del cielo, los cambios de la fortuna, las vueltas del mundo. Lo mantenía en alto, en la punta de los dedos, como una hostia consagrada delante de los fieles creyentes.
—Este pequeño y en apariencia insignificante aparato —continuó— está llamado a prestar invalorables servicios a los hombres reales, o que tal se dicen, no suficientemente provistos por la Naturaleza de la preciosa capacidad especial antedicha. Ensayo actualmente sobre mí mismo uno de estos aparatos y me admiro de verme a cada paso sobrepasado por los efectos de mi invención. Habiéndome toda mi vida considerado como persona bastante bien adaptada al mundo que me rodea, sólo ahora he venido a comprender la distancia que realmente me separaba hasta hoy de la verdadera adaptación científica a la vida real. Mi incomparable invento —en cuya patente industrial y registro de marca me ocupo— es un verdadero instrumento de precisión que mide y muestra milésimo a milésimo los progresos que hace el paciente y lo conduce a un grado superior de adaptación concienzuda.

Muchas personas poseen sólo una defectuosa facilidad natural de adaptarse. Otras están momentánea o parcialmente adaptadas, mas los efectos de su capacidad son en realidad muy limitados y suelen estar circunscritos a este o aquel fragmento de la vida y del mundo circundantes. Mi aparatico perfeccionado suprime igualmente estas deformidades e intermitencias adaptativas sumamente peligrosas y susceptibles de provocar trastornos y desórdenes más graves de la facultad de adaptación. Tratadas con mi aparato, estas inadaptaciones particulares, que no vistas a tiempo pueden generalizarse y hacerse crónicas, se curan por completo.
Al cabo de corto tiempo, no puede decirse si tal o cual individuo es un adaptado a priori o un adaptado a posteriori. El caso más frecuente es el del mediocre o incompletamente adaptado o semiadaptado a priori, cuya educación es terminada, ampliada y precisada mediante el uso del invento que tengo en mis manos. Cuanto a la curación de los peores inadaptados radicales, puedo garantizarla por completo, comprometiéndome a restituir el dinero y recibir el aparato si no diere en corto tiempo el resultado que da en todos los casos sin excepción de ningún género. No existe, señores y señoras, incapacidad de adaptación a la realidad circundante capaz de ofrecer resistencia durable a la eficaz acción de mi aparato ajustador, el cual las vence todas y rápidamente las sustituye o reemplaza por una capacidad verdaderamente extraordinaria de adaptación al mundo ambiente y a la realidad circundante.
Como yo, empinado por encima del círculo de oyentes, asomé la cabeza para ver el aparato ajustador, se dirigió a mí en un tono confidencial completamente distinto del anterior:

Bess el único que me queda. Fabrico estos aparatos yo mismo, y se comprende que no puedo producirlos en gran número. Por lo menos, no en cantidad suficiente para atender al gran número de pedidos que constantemente recibo de parte de personas deseosas de adquirirlos a cualquier precio. Solicito ahora el capital indispensable para emprender la fabricación en serie de mi aparato ajustador al medio ambiente o de mimetismo social artificial. Sólo que, hasta hoy, las personas pudientes, millonarios y financistas que he encontrado y a quienes he expuesto el negocio, gozan todos de una inmejorable capacidad natural de adaptación, hasta de superadaptación, y no conciben la necesidad de mi capacidad artificial suplementaria. . .
—Yo, en cambio —le dije—, me doy perfecta cuenta de la importancia del negocio, pero no estoy en condiciones de suscribir el capital: ¡soy un grave inadaptado, tal vez incurable!
— ¡Aprovechad, señores y señoras! — continuó, reanudando su primera entonación de discurso—. ¡Aprovechad esta última ocasión que se os presenta de adquirir mi excelente aparato ajustador! ¡Antes de que estos aparatos comiencen a ser fabricados en serie y que cada quien se halle en posesión de uno de ellos!
Este último argumento pareció convencer súbitamente a algunos de los que formábamos el círculo en torno al tenaz propagandista; y no pocos decidiéronse a adquirir el aparato o accesorio, antes de que se agotase el corto número, hecho a mano, de que podía disponer el vendedor —según decía—; antes, sobre todo, de que comenzase a ser fabricado por millares, en vasta serie industrializada, y a estar puesto así al alcance de legiones y masas de reacios a la verdadera comprensión de lo real. (Y era innegable que había gran conveniencia en adquirirlo allí mismo y no después, pues podía así ganarse tiempo y tomarse ya fuerte ventaja sobre futuros neoadaptados, en cuanto al adelantamiento y acomodo en las buenas posiciones de la vida. . .)
Ahí está, hoy todavía, sobre la mesa donde escribo, y alguna vez me habrá servido —no lo niego— como pisapapel sobre las hojas de un nuevo cuento inverosímil. . .



Julio Garmendia