LOS PUNTOS DE VISTA DEL PROFESOR TYNDALL
ESTÁN MÁS QUE JUSTIFICADOS POR LOS EXPERIMENTOS
DEL CELEBÉRRIMO PROFESOR DUMMKOPF
DE BOSTON, MASSACHUSETTS, EE. UU.
Boston, 13 de diciembre. El profesor Dummkopf, un caballero alemán de buena educación y gran ingenio, actualmente residente en esta ciudad, se halla embarcado en ciertos experimentos que, de resultar exitosos, provocarán un gran cambio tanto en la ciencia de la metafísica cuanto en las relaciones prácticas de la vida.
El profesor se aferra a su convicción de que la ciencia moderna ha estrechado hasta su extinción el territorio fronterizo entre lo material y lo inmaterial. Puede transcurrir algún tiempo aún, admite, antes de que alguien pueda decir con autoridad, «Aquí comienzan los dominios de la mente, aquí terminan los de la materia». Se podrá descubrir que la línea divisoria entre la mente y la materia es tan puramente imaginaria como la del ecuador que separa al hemisferio septentrional del meridional. Puede ser que se descubra que la mente es tan esencialmente objetiva como lo es la materia, o que la materia es tan subjetiva como lo es la mente. Puede ser que no exista excepción hecha de su existencia condicionada en la mente. Los puntos de vista del profesor Dummkopf sobre este extenso tema son interesantes, aun cuando resulten un poco sorprendentes. Puedo recomendar cordialmente la gran obra en nueve volúmenes «Koerperlihe-gelswissenschaft» a cualquier lector que se sienta inclinado a ahondar en el tema, trabajo al cual puede tenerse fácil acceso, en la edición original de Leipzig, por intermedio de cualquier importador responsable de libros extranjeros.
Total es la seguridad del profesor Dummkopf con respecto a la resolución, no muy remota en el tiempo, del profundo problema más arriba sugerido. Él mismo ha dado un paso magistral hacia su solución con la brillante serie de experimentos que pasaré a describir. No es su única creencia con Tyndall, que la materia contenga la promesa y la potencialidad de toda vida, sino que cree que todas las fuerzas, físicas, intelectuales y morales, pueden ser resueltas de acuerdo a la materia, formuladas en términos materiales y analizadas según sus componentes materiales; para él, el movimiento es materia, la mente es materia, la ley es materia y hasta las relaciones abstractas de las abstracciones matemáticas son esencialmente materiales.
Fotografiando el olor
Gracias a una invitación que recibí en la última reunión del Club Radical —organización, dicho sea de paso, que desarrolla una noble tarea en la extensión de nuestros conocimientos de lo Desconocido—, me entretuve ayer en las habitaciones del profesor Dummkopf en la Calle Joy, en el West End. El profesor estaba en su departamento en el piso superior, intensamente ocupado en fotografiar el olor.
—Ya ve —dijo mientras revolvía una probeta de la que emanaban picantes vapores de hidrógeno sulfuroso que llenaban el cuarto—, puede ver que, habiendo demostrado la objetividad de las sensaciones, ha sido mi privilegio y mi sencilla tarea demostrar que los fenómenos de la sensación son igualmente materiales. Por lo tanto, intento fotografiar el olor.
Luego el profesor se zambulló detrás de una cámara que había dirigido hacia la vasija en la cual se generaban los sofocantes vapores. Durante un rato, la placa lo mantuvo ocupado.
Una sombra de desilusión cruzó su rostro cuando extrajo el negativo y lo examinó ansiosamente a contraluz.
—¡Todavía no, todavía no! —dijo con tristeza—, pero la paciencia e instrumentos perfeccionados finalmente lo lograrán. El problema reside en mis instrumentos, lo ve usted, y no en mi teoría. Imaginé el otro día que había obtenido un nítido negativo del aroma de un humeante guiso de cebollas y la idea me ha dado ánimos desde entonces. Pero tiene que suceder. Le aseguro, dilecto amigo mío, que el rayo actínico no se ha creado porque sí. ¿No sería tan amable de prestarme un dólar y veinticinco centavos para comprar un poco de colodión?
La teoría del envasado de sonido
Le expresé mis cálidos deseos de financiar sus experimentos.
—Gracias —dijo el profesor, guardando el dinero en su bolsillo y volviendo a su cámara—. Cuando haya captado gráficamente el olor, el más palpable de los sentidos, mi próximo paso será aprisionar el sonido… hablando vulgarmente, embotellarlo. Piénselo por un instante. La fuerza es tan imperecedera como la materia ciertamente, como ya he demostrado con éxito parcial, es materia. Ahora bien, una vez que se inicia una onda sonora, sólo se pierde a través de la extensión indefinida de su circunferencia. ¡Atrape usted esa onda sonora, señor! Póngala en una botella para siempre, y entonces su circunferencia no se podrá expandir. Usted guardará la onda para toda la eternidad con sólo mantener la botella bien cerrada con un corcho. El único problema reside en el primer embotellado. Tan pronto como haya logrado fotografiar el maldito olor de huevos podridos y del ácido sulfúrico, me encargaré de los detalles de esa operación.
El profesor revolvió nuevamente la desagradable mezcla y continuó su explicación.
—Aún cuando mi propósito de embotellar el sonido es principalmente científico, debo confesar que advierto en el éxito del experimento las posibilidades de un beneficio económico considerable. En un día no muy lejano estaré preparado para envasar óperas enteras en botellas de un litro, etiquetadas y clasificadas, he de considerar el embotellado de una selección de aires populares en frasquitos a precios que estarán de acuerdo con la época. Usted sabe muy bien que se necesita en estos momentos un billete de diez dólares para llevar a una dama a oír Martha o Mignon presentadas en espectáculo de primera clase. Con el sistema de las botellas, cada uno podrá escuchar esa misma música en su propio recibidor con un gasto en comparación ínfimo. Podría lanzar óperas al mercado a precios que irían desde ochenta centavos a un dólar por botella. Para los oratorios y sinfonías utilizaría damajuanas y el precio, por supuesto, sería mayor. No creo que las botellas comunes pudieran contener la música de Wagner. Sería necesario usar garrafones. Señor mío, si yo poseyera el temperamento emprendedor de los norteamericanos, diría que es un negocio de millones de dólares. Como soy un flemático teutón, acostumbrado a la precisión y la moderación del lenguaje científico, diré tan sólo que en el éxito de mis experiencias con el sonido veo ingresos convenientes, así como también un gran renombre.
Una maravilla científica
El profesor había obtenido otro negativo, pero un ansioso examen el mismo no produjo resultados más satisfactorios que el anterior. Suspiró y siguió diciendo:
—Habiendo fotografiado el olor y embotellado el sonido, procederé a un proyecto tanto más importante que éste, como las facultades de la reflexión lo son en relación con las perceptivas, como el cerebro lo es, más que la oreja o la nariz.
"Estoy plenamente convencido de que los elementos de la mente son tan susceptibles de ser detectados y analizados como los elementos de la materia. Caramba, la mente es materia.
"El espectroscopio del alma o, como será más correcto conocerlo, el espectroscopio dúplex autoregistrador anímico de Dummkopf, está basado en el conocido hecho de que todo lo que es material puede ser analizado y determinado por la posición de las líneas de Frauenhofer en el espectro. Si el alma es materia, se la puede analizar y definir de esta forma. Coloque un objeto bajo la luz, y los diminutos efluvios o emanaciones que proceden del alma, y estas exhalaciones o emanaciones que son, naturalmente, materia, estarán representadas por sus símbolos apropiados sobre la pantalla de un espectroscopio con adecuado ordenamiento.
«Este es, en pocas palabras, mi descubrimiento. Cómo dispondré el espectroscopio y cómo haré para localizar al sujeto con respecto a la luz es, por supuesto, mi secreto. Ya he solicitado una patente de invención. En los festejos del Centenario empezaré a explotar los usos del instrumento y sus aplicaciones prácticas. Hasta entonces, estoy eximido de hacer descripciones más explícitas de mi invento».
La importancia del descubrimiento
—¿Cuál será la importancia de su gran descubrimiento en sus aplicaciones prácticas?
—Sólo puedo darle una idea somera de cuáles pueden ser esas aplicaciones prácticas. El efecto del espectroscopio del alma en los asuntos cotidianos será prodigioso, simplemente maravilloso. Todas las mentiras, los engaños, las segundas intenciones, la hipocresía desaparecerán por obra suya, pues provocará el advenimiento de una era de verdad y sinceridad.
"Le daré unos cuantos ejemplos: Basta de máquinas registradoras en las tiendas. El encargado, provisto de unos pocos rudimentos científicos y uno de mis espectroscopios examinará en su oficina, con el ojo infalible de la ciencia, a cada uno de los postulantes para el puesto de cajero y determinará por medio de las señales en el espectro si se trata de un tipo honesto o no, con tanta facilidad como el químico decide si hay hierro en un aerolito o hidrógeno en los anillos de Saturno.
"Basta de tribunales, jueces o jurados. En adelante se ha de representar a la justicia con los dos ojos bien abiertos y uno de mis espectroscopios dúplex autoregistradores anímicos en su mano derecha. La naturaleza más intima del acusado podrá ser leída de un solo vistazo y el hombre será absuelto, encarcelado durante treinta días, o ahorcado de acuerdo a lo que determinen las líneas de Frauenhofer, las cuales pondrán su alma al descubierto.
"Basta de corruptelas y mentiras de los políticos. El elemento fundamental en todas las campañas electorales será uno de mis espectroscopios, el que llevará a cabo las reformas del servicio público más radicales y prácticas al mismo tiempo.
"Basta de cazabobos periodísticos. Nadie se suscribirá a un diario hasta que una inspección personal del alma de su editor con uno de mis espectroscopios lo haya convencido de que está pagando por la verdad, por una convicción honesta, y una independencia intransigente y no por los falsos comunicados de una conciencia alquilada y una crítica comprada.
"Basta de matrimonios desgraciados. La novia me traerá a su voluble pretendiente antes de aceptar o rechazar su proposición, y yo le diré si su espectro exhibe las características del amor puro, la constancia y la ternura, o las de la sórdida avaricia, el afecto vacilante y la futura crueldad. Seré el ángel de la espada (o, más bien, del espectroscopio) flamígera que protegerá al himeneo y guardará la entrada a su paraíso.
«Basta de desvergüenza. Si algo falta en el carácter de un individuo, por más descarado que éste pretenda ser, será imposible hacer aparecer la línea que falta en su espectro. Si carece de algo, allí se verá. Así lo he descubierto después de una larga serie de experimentos con las mentes imperfectas de los reclusos del asilo de lunáticos en Taunton…».
—Entonces, ¿estuvo usted en Taunton?
—Sí, estuve. Durante dos años realicé estudios entre los infortunados pacientes de aquella institución. No exactamente como un recluso, usted entenderá, sino como un estudioso de los fenómenos de los desarrollos intelectuales morbosos. Pero veo que lo estoy aburriendo y debo continuar con mis fotografías antes que esta mezcla deje de exhalar su olor. Vuelva cuando quiera.
Habiéndome despedido del profesor, le desee muchos éxitos en sus interesantes experimentos, y volví a casa para releer por trigésima novena vez el discurso del profesor Tyndall en Belfast.