EL HOMBRE QUE HIZO EL MUNDO - Richard Matheson


El doctor Janishefsky estaba sentado en su oficina, reclinado hacia atrás en un gran sillón de cuero, con las manos cruzadas. Tenía aspecto de preocupación y una perilla bien cuidada. Tarareó un poco una vieja canción. Se interrumpió y levantó la mirada cuando entró la enfermera. Se llamaba Mudde.

ENFERMERA MUDDE: Doctor, hay un hombre en la sala de espera que dice que hizo el mundo.
DOCTOR J: ¡Oh!
ENFERMERA MUDDE: ¿Quiere que lo haga pasar?
DOCTOR J: Naturalmente, enfermera Mudde, hágalo pasar.

La enfermera Mudde salió e hizo entrar a un hombrecillo. Tenía como un metro setenta de estatura y llevaba un traje de confección, propio para un hombre de un metro ochenta y cinco aproximadamente. Tenía las manos casi ocultas por los bordes de las mangas y los dobladillos de su pantalón caían sobre sus zapatos, como si fueran polainas sin atar. Los zapatos estaban virtualmente invisibles. Como tampoco podía verse la boca del individuo, que estaba oculta tras un bigote de enormes proporciones.

DOCTOR J: ¿Quiere usted tomar asiento, señor...?
SMITH: Smith (se sentó.)
DOCTOR J: Lo escucho.

Se miran el uno al otro.

DOCTOR J: Mi enfermera me dijo que hizo usted el mundo.
SMITH: Sí (en tono de confesión); lo hice.
DOCTOR J: (Reclinándose hacia atrás en su sillón.) ¿Todo el mundo?
SMITH: Sí.
DOCTOR J: ¿Está usted seguro de ello?
SMITH: (Con una expresión que quería decir claramente: le estoy diciendo la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, de modo que debe usted ayudarme.) Absolutamente seguro.
DOCTOR J: (Asiente con la cabeza.) ¿Cuándo lo hizo usted?
SMITH: Hace cinco años.
DOCTOR J: ¿Cuántos años tiene usted?
SMITH: Cuarenta y siete.
DOCTOR J: ¿Dónde estuvo usted durante los otros cuarenta y cinco años?
SMITH: No existía.
DOCTOR J: ¿Quiere usted decir que comenzó...?
SMITH: A los cuarenta y dos años de edad. Eso es.
DOCTOR J: Pero, el mundo tiene millones de años de antigüedad.
SMITH: (Sacudiendo la cabeza.) No, eso no es cierto.
DOCTOR J: ¿Tiene solamente cinco años?
SMITH: Exactamente.
DOCTOR J: ¿Qué me dice usted de los fósiles? ¿Qué me dice también de la edad de las rocas? ¿Qué de la conversión del uranio en plomo? ¿Qué me dice usted de los diamantes?
SMITH: (De mal talante.) Son ilusiones.
DOCTOR J: Las creó usted.
SMITH: Eso es...
DOCTOR J: (Interrumpiéndole.) ¿Por qué?
SMITH: Para ver si era posible.
DOCTOR J: Yo no...
SMITH: Todos podemos hacer mundos. Es preciso tener ingenio para fabricar uno y hacer creer a las personas que lo habitan que tiene millones de años de existencia.
DOCTOR J: ¿Cuánto tiempo tardó usted en hacerlo?
SMITH: Tres meses y medio. Tiempo del mundo.
DOCTOR J: ¿Qué quiere usted decir con eso?
SMITH: Antes de hacer el mundo vivía más allá de los límites del tiempo.
DOCTOR J: ¿Dónde se encuentra eso?
SMITH: En ninguna parte.
DOCTOR J: ¿En el cosmos?
SMITH: Exactamente.
DOCTOR J: ¿No le gustaba a usted vivir allá?
SMITH: Resultaba muy aburrido.
DOCTOR J: Y por eso...
SMITH: Hice el mundo.
DOCTOR J: Bueno, pero, ¿cómo lo hizo usted?
SMITH: Tenía libros.
DOCTOR J: ¿Libros?
SMITH: Libros de instrucción.
DOCTOR J: ¿Dónde los consiguió?
SMITH: Yo los fabriqué.
DOCTOR J: ¿Quiere usted decir que los escribió?
SMITH: Yo... los hice.
DOCTOR J: ¿Cómo?
SMITH: (Atusándose los bigotes con aire truculento.) Los hice.
DOCTOR J: (Mordiéndose los labios.) De modo que estaba usted en el cosmos con un montón de libros, ¿no es así?
SMITH: Exactamente.
DOCTOR J: ¿Qué hubiera sucedido si los deja caer?
SMITH: (Se abstiene de responder a esa necedad patente.)
DOCTOR J: Señor Smith...
SMITH: ¿Si?
DOCTOR J: ¿Quién lo hizo a usted?
SMITH: (Menea la cabeza.) No lo sé.
DOCTOR J: ¿Fue usted siempre así? (señala con el dedo la figura astrosa de Smith).
SMITH: No lo creo. Estoy seguro de que me castigaron.
DOCTOR J: ¿Por qué?
SMITH: Por hacer el mundo tan complicado.
DOCTOR J: Debí suponerlo.
SMITH: No es culpa mía. Yo sólo lo hice; no dije que debía funcionar bien.
DOCTOR J: Se limitó a poner la maquinaria en marcha, y, luego, se fue.
SMITH: Eso es...
DOCTOR J: ¿Qué está usted haciendo aquí entonces?
SMITH: Ya se lo dije. Creo que me castigaron.
DOCTOR J: ¿Ah, sí? Por hacerlo demasiado complicado. Lo había olvidado.
SMITH: Exactamente.
DOCTOR J: ¿Quién lo castigó?
SMITH: No lo recuerdo.
DOCTOR J: Eso es muy conveniente.
SMITH: (Parece moroso.)
DOCTOR J: ¿Podría ser Dios?
SMITH: (Se encoge de hombros.) Es posible.
DOCTOR J: Podría tener unos cuantos dedos en el resto del Universo.
SMITH: Es posible; pero yo hice el mundo.
DOCTOR J: Basta, señor Smith; usted no hizo el mundo.
SMITH: (Insultado.) Sí; yo lo hice.
DOCTOR J: ¿Y usted me creó a mí?
SMITH: (Concediéndolo.) Indirectamente...
DOCTOR J: Entonces, deshágame.
SMITH: No puedo hacerlo.
DOCTOR J: ¿Por qué?
SMITH: Yo sólo lo inicié. No controlo las cosas.
DOCTOR J: (Suspira.) Entonces, ¿qué le preocupa, señor Smith?
SMITH: Tengo un presentimiento.
DOCTOR J: ¿Qué?
SMITH: Voy a morir.
DOCTOR J: ¿Y...?
SMITH: Alguien tendrá que reemplazarrne, o de lo contrario...
DOCTOR J: O de lo contrario, ¿qué?
SMITH: El mundo se irá.
DOCTOR J: ¿Adónde?
SMITH: A ninguna parte. Solamente desaparecerá.
DOCTOR J: ¿Cómo puede desaparecer si funciona independientemente de usted?
SMITH: Desaparecerá para castigarme a mí.
DOCTOR J: ¿Quiere usted decir que si muere desaparecerá todo el mundo?
SMITH: Sí.
DOCTOR J: Si lo mato de un tiro, en el momento en que muera, ¿desaparecerá el mundo?
SMITH: Exactamente.
DOCTOR J: Voy a darle un consejo.
SMITH: ¿De veras? ¿Va a ayudarme?
DOCTOR J: Vaya a ver a algún psiquiatra famoso.
SMITH: (Poniéndose en pie.) Debí suponerlo; no tengo nada más que decir.
DOCTOR J: (Se encoge de hombros.) Como quiera.
SMITH: Me voy, pero sentirá usted lo que ha pasado.
DOCTOR J: Puedo decir que usted lo siente ya, señor Smith.
SMITH: Adiós.
(El señor Smith sale. El doctor Janishefsky llama a su enfermera por el interfón. La enfermera Mudde entra.)

ENFERMERA M: ¿Qué desea, doctor?
DOCTOR J: Enfermera Mudde, permanezca cerca de la ventana y dígame lo que vea.
ENFERMERA M: ¿Qué...?
DOCTOR J: Lo que vea; deseo que me diga usted qué hace Smith en cuanto salga de la casa.
ENFERMERA M: (Se encoge de hombros.) Sí, doctor (va a la ventana).
DOCTOR J: ¿Ha salido ya a la calle?
ENFERMERA M: No.
DOCTOR J: Siga vigilando.
ENFERMERA M: Ahí está. Abandona la acera y comienza a caminar por la calle.
DOCTOR J: Sí.
ENFERMERA M: Se está deteniendo ahora en medio de la calle. Se vuelve. Está mirando hacia esta ventana. Parece que..., que comprende; eso se refleja en su rostro. Está regresando (grita). ¡Ha sido atropellado por un automóvil! Yace tendido en la calle.
DOCTOR J: ¿Qué sucede, enfermera Mudde?
ENFERMERA M: (Girando.) ¡Todo está... desapareciendo! ¡Doctor Janishefsky, está desaparecido! (Otro grito.)
DOCTOR J: No sea absurda, enfermera Mudde. Míreme. ¿Puede usted decir sinceramente que...? (Deja de hablar. La enfermera no puede decir sinceramente nada. No está allí. El doctor Janishefsky, que no es realmente el doctor Janishefsky, flota solo en el cosmos en su silla, que realmente no es una silla. Mira a la silla que se encuentra a su lado.) 

Espero que hayas aprendido la lección. Voy a volver a colocar tu juguete en su lugar; pero no se te ocurra acercarte a él. ¿De modo que estás cansado? ¿Verdad? ¡Bribón! ¡Será mejor que te comportes bien o te quitaré también los libros! (Gruñe.) ¿De modo que tú los hiciste? (Mira a su alrededor.) ¿Qué tal si los recoges, mequetrefe?

SMITH: (Que no es realmente Smith.) Sí, padre.