LA MALDONADO - Alicia Esaín

El Arroyo Maldonado constituye uno de los elementos distintivos del barrio de Floresta a pesar de que muy pocos de nosotros hayamos visto sus aguas alguna vez. Aún asi, estuvo presente desde el comienzo de nuestra historia ciudadana a través de sus desgraciados desbordes, crecidas e inundaciones. Todos sabemos que el Maldonado corre entubado bajo el asfalto de la Avenida Juan B. Justo, aunque apenas algún vecino inquieto e interesado por los orígenes del barrio conozca en detalle la historia o leyenda que le otorgó para siempre su particular nombre y  destino.
Fuente: La Floresta

LA MALDONADO - Alicia Esaín (Leyendas argentinas versionadas para niños. Leyendas populares argentina.)


Cuando Don Pedro de Mendoza fundó por primera vez Buenos Aires, mandó construir una empalizada de protección alrededor de la pequeña población.
También dio la orden de que ningún poblador abandonase el lugar. De ese modo, todos estarían protegidos de lo que desconocían.
Al mismo tiempo, la escasez de alimentos se hizo sentir. Una mujer, desesperada, desafió la prohibición. Se marchó en busca de algo para comer. Su apellido era Maldonado y cuentan que caminó y caminó hasta caer extenuada a la entrada de una cueva, a la vera de un arroyo. Tal era su debilidad.
De lo profundo de la cueva salió un puma hembra que le arrojó un trozo de carne cruda. Cuando la mujer despertó, devoró esa carne con ansias…De pronto escuchó terribles rugidos Era la puma que estaba por dar a luz.
La Maldonado vio que el animal sufría mucho y lo ayudó. Los dolores de la puma parecieron apaciguarse con los cuidados de la mujer y al rato, nacieron dos cachorros. Su madre comenzó a lamerlos con cariño y la española se quedó junto a ella.
A los pocos días, cuando los indios del lugar se aproximaron, vieron la escena asombrosa. Se llenaron de respeto ante la extranjera. Ella no temía a la ferocidad de las fieras y permanecía junto a la puma y sus cachorros.
Pero una mañana, una partida de soldados encontró sola a la desdichada mujer y la llevó de regreso al fuerte. Allí su desobediencia fue juzgada.
La condenaron a muerte. Fue atada a un poste al lado del arroyo y la dejaron a merced de los animales salvajes. Estuvo ahí la Maldonado desde la mañana hasta la noche, temblando de miedo y llorando su desgracia.
Cuando salió la primera estrella escuchó los rugidos terribles que se acercaban. Un puma levantó sus garras para atacarla, otro animal de la misma especie salió de las sombras y se trenzó en lucha con el primero. Salió victorioso. Sus ojos habían relampagueado con furia en la pelea. Ahora lamía los pies de la Maldonado… Era la puma madre que había venido a defenderla.
Al amanecer del tercer día, volvieron los soldados. Ninguno de ellos pudo acercarse, la puma lo impidió furiosa. Tuvieron que disparar al aire para alejarla.
Conmovidos por lo ocurrido, la condena fue dejada sin efecto. La Maldonado recibió el perdón. Desde ese momento el arroyo lleva su nombre.*
* Actualmente la corriente de agua está entubada y por encima de ella corre una de las más importantes avenidas de la ciudad.
Fin