Visiones sobre Atlántida

LA ATLÁNTIDA EN LOS "DIÁLOGOS" DE PLATÓN.
SOBRE  Ατλαντίς νῆσος (Atlantís nēsos) O LA ISLA-PENÍNSULA DE LA ATLÁNTIDA


Fresco en la isla de Thera. Representa una ciudad-palacio rodeada por varios cercos de agua, con sus habitantes asomados en las terrazas. Barcos adornados, leones, gacelas y delfines la reodean.




El filósofo griego Platón fue el primero en hacerse eco de una leyenda de la antigüedad en la que se menciona un reino mítico situado en una isla o península llamada Atlántida. En sus "Diálogos" hará referencia de ella a través de Critias, discípulo de Sócrates. Según el relato de Platón, Critias oyó esa historia contada por su abuelo, que a su vez la había escuchado del político ateniense Solón y a éste último se la habían transmitido los sacerdotes egipcios de la ciudad de Sais, situada en el delta del Nilo.



Sitúa la ubicación de esta poderosa nación en el Mediterráneo, en un periodo de tiempo nueve mil años antes del momento en el que se produce el diálogo en la que se la menciona. Describe su fundación y orígenes bajo la advocación del dios Neptuno, así como su geografía y sus leyes. También explica algunos cultos relacionados con el toro, la confederación de pueblos gobernados por la asamblea de sus reyes, la organización del ejército y la abundancia de sus riquezas. Aparece el nombre de Gades entre los lugares conocidos que menciona. Finalmente será destruida para castigar la soberbia de sus habitantes, que habían olvidado las tradiciones de sus mayores y las enseñanzas de sus dioses.



En el siglo I a.d.C., Estrabón  y Posidonio están en la convicción de que el relato de Platón no era resultado de la imaginación literaria del filósofo, sino que se ajustaba a una realidad de recuerdo impreciso. Plutarco (s.II d.d.C) dará los nombres de los sacerdotes egipcios que habrían contado a Solón la historia de la Atlántida, haciendo mención de Psenophis (Sais) y Sonkhis (Heliopolis). Por su parte, Proclo hará alusión al viaje que hizo a Egipto que Crantor, filósofo de la Academia platónica y como pudo ser testigo de la existencia de unas inscripciones en las que aparecía la historia que había referido Solón.



Muchos serán los historiadores, arqueólogos e investigadores de todos los tiempos que intentarán descifrar el misterio de la Atlántida. Sobre todo, después de que Schiemann descubriera la ciudad de Troya siguiendo las pistas encontradas en las lecturas de Homero. Las hipótesis sobre su posible asentamiento han sido, en la mayoría de los casos, especulativas y con escasa base científica. Seguramente una de las que ha cobrado más fuerza es aquella que la relaciona con Grecia (Cultura minoica) y España (cultura tartésica). En ese sentido, las teorías encontrarían afinidad con algunos topónimos mencionados por Plantón y que hace referencia al Mediterráneo, África y a la que fuera colonia fenicia de Gades.
Fuente 

Thera y el Fin de los Minoicos

110 kilómetros al norte de Creta está situada la isla que hoy conocemos como Thera (miedo) y que hace 4000 años sus habitantes llamaban Kalliste (la muy hermosa). Un lugar donde llegó el esplendor de uno de los pueblos más impresionantes de la antigüedad, el minoico, y que hoy, gracias a gente como Spyridon Marinatos, Christos Doumas o Charles Pellegrino, rescatamos del olvido y le devolvemos la luz del sol que una vez perdió.




Hablamos de una civilización, la minoica, que fue la envidia de los faraones y visires de Egipto. Poseían la primera flota del mundo y su autoridad en el Mediterraneo abarcaba desde el oriente hasta Tirrenia (Italia). Incluso disponían de agua caliente que repartían por los edificios de hasta 4 pisos de altura mediante un moderno sistema de tuberias. Pero a finales del siglo XVII a.C. una terrible explosión volcánica hizo que más de 80 km cúbicos de roca terana se elevaran por los aires en forma de vapor y en su lugar se formara, a causa de la invasión del Mediterraneo en el hueco, una impresionante catarata de más de un kilómetro y medio de profundidad. Un precioso y a la vez dantesco escenario que significó el principio del fin para los minoicos y que sin duda tuvo un gran eco entre los pueblos vecinos. ¿Tanto como para que un milenio más tarde Platón escribiera acerca de lo ocurrido y llamara a los minoicos, atlantes?

El Imperio Minoico

Nos remontamos al cuarto milenio antes de que un niño, al que llamarán Jesús, naciera en Belén y cambiara el curso de la historia. En la isla de Creta comenzaba a emerger la civilización minoica. No se sabe a ciencia cierta de donde procedía este pueblo, pero lo que si es seguro es que alrededor del 3500 a.C. éstos ya habitaban la isla egea (hasta el momento no se han encontrado herramientas o piezas del alfarería anteriores a esta fecha).

Su desarrollo tecnológico fue brutal, solo comparable al ocurrido en Egipto entre las dinastías III y IV cuando pasó de construir unas simples mastabas funerarias a erigir las colosales pirámides. Alrededor del 2100 a.C. el Imperio Minoico, mejor dicho su marina, dominaba gran parte del Mediterraneo aunque no es de extrañar dado que estaban practicamente solos. Y es que los egipcios nunca se hicieron famosos por poseer una poderosa flota.

Era un pueblo pacífico, muestra de ello es que no dejaron ningún signo de violencia en su arte. Sus ciudades no estaban fortificadas y no se conoce, hasta su ocaso, ninguna evidencia que haga pensar que sufrieran algún tipo de invasión o ataque por parte de otro pueblo. Pero en fin, tampoco tiene porque sorprendernos mucho, con semejante flota era bastante dificil que alguien pudiera siquiera acercarse a ellos.Una de sus principales fuentes de recursos era el comercio. Así, cuando en el siglo XXII a.C. sus barcos llegaron a las costas de Egipto y contemplaron la magnificencia de sus monumentos seguro que se les abrieron los ojos como platos y no pudieron dormir durante algunas noches pensando en todos los negocios que podrían hacer. De hecho son numerosas las constancias egipcias acerca de Creta (o Keftiu como ellos la llamaban) que han llegado hasta nuestros dias.

Los habitantes del Nilo siempre consideraron a los minoicos como un pueblo culto y civilizado y el comercio entre ambos fue muy importante desde sus comienzos.La situación era idílica hasta que algo ocurrió. De pronto, durante la dinastia XVIII egipcia y en el periodo de los reinados de Hatshepsut, Tutmosis III y Amenofis II, algunas representaciones de los minoicos en las tumbas y templos fueron retocadas dándoles un toque más helenístico. Y es precisamente en la tumba de Amenofis II (también llamado Amenhotep II) dónde los jeroglíficos aluden por última vez a Keftiu en una imagen en la que aparecen unos extranjeros con objetos minoicos.

Definitivamente algo habia cambiado. Los egipcios debieron dejar de recibir la visita de sus amigos los minoicos y en su lugar comenzaron a llegar personas con otras vestimentas (los griegos continentales ocuparon los territorios minoicos tras su ocaso). Notaron que el poder habia cambiado de manos y de ahí el retoque de ciertas imágenes. El pueblo egipcio siempre fue un pueblo muy diplomático y adulador. Pero, ¿qué llevó a este cambio tan brusco?. Siempre recordaré las palabras de Ipuwer cuando dice: "Hoy nadie navega hasta Biblos. ¿Qué haremos respecto a la madera de cedro para nuestras momias? Los sacerdotes son enterrados con sus productos; los nobles son embalsamados con sus óleos correspondientes, hasta tan lejos como Keftiu. Pero ya no llegan." ... ya no llegan, algo les ha debido ocurrir...

La Explosión de Thera

Y efectivamente, algo había ocurrido. Es hora de dirigir de nuevo nuestra mirada hacia Thera, esa pequeña isla al norte de Creta, y para ello lo haremos de la mano del prestigioso arqueo-paleontólogo Charles Pellegrino y con los datos aportados por Marinatos y Doumas, responsables de las excavaciones en Thera. En el centro de la isla un enorme volcán de 1600 metros de altura no impidió que unos valientes habitaran allí. Mantenían un estrecho contacto con la vecina isla de Creta y su tecnología era maravillosamente moderna. Pero todo ello lo dejo para más adelante, ahora centrémonos en Thera y su volcán.

Estamos a mediados del siglo XVII a.C. El volcán, tranquilo y sereno durante muchos años decide salir de su letargo causando el terror entre los habitantes de Tera. Una serie de terremotos de cierta magnitud (se ha encontrado incluso una escalera resquebrajada por los seismos) obligó a la gente a huir hacia las islas vecinas. Por lo que las excavaciones han permitido averiguar la marcha se produjo de forma controlada. No se han encontrado restos de ganadería, joyas u objetos de valor (salvo en una pequeña zona al oeste de la isla), lo que hace pensar que a los theranos les dió tiempo de recoger todas sus pertenencias antes de abandonar Thera. La ceniza que desprendía el volcán hizo que se formara una pequeña capa de ésta en la ciudad pero poco más ocurrió.

Pasó el tiempo, quizás solo unos meses quizás años, y el volcán volvió a un estado de reposo, el suficiente para que algunos decidieran volver a sus hogares (se han descubierto obras de reparación en ciertos lugares de la ciudad). Pero llegó el otoño del 1628 a.C. (una estimación de Pellegrino que explicaré en otro momento) y el volcán despertó de nuevo, esta vez con muchísima más violencia. La poca gente que se decidió a volver salió nuevamente y el volcán comenzó a emanar tal cantidad de ceniza que ciertos lugares quedaron sepultados bajo más de 60 metros de ella, y esto es lo que ha permitido que hayamos encontrado la ciudad hoy en día casi tal y como la dejaron los teranos hace más de 3500 años.

Pero lo peor aún estaba por llegar. En un instante el enorme volcán estalló de forma violentísima. El centro de la isla, donde se hallaba éste, desapareció en milésimas de segundo y en su lugar, donde antes había una montaña de 1600 metros de altura ahora había un enorme hoyo de 125 km cúbicos con una profundidad de más de 1.5 km donde el agua del Mediterraneo comenzó a entrar formando una inmensa catarata.

Para que os hagais una idea, la fuerza de la explosión del volcán de Thera sería comparable a la desprendida por 150 bombas de hidrógeno estallando a la vez. Fue 6 veces más potente que la explosión del Krakatoa en 1883 y hay que recordar que ésta fue escuchada a más de 3200 km de distancia y tuvo la suficiente fuerza como para agrietar muros y hacer temblar ventanas a más de 160 km.

En Thera, tras desaparecer el volcán, inmediatamente se formó una enorme nube que cubrió el cielo. Comenzó a llover fuego sobre las vecinas islas de Melos, Naxos y Creta. Mientras la nube, formada por ceniza y una cortina de vapor que aparecía y desaparecía en sus bordes, avanzaba desprendiendo un calor intenso. En menos de una hora la sombra de la muerte alcanzó los 300 km de distancia hundiendo los barcos que se encontraba en su camino. Llegó a Turquia y Egipto convirtiendo el día en noche aunque su temperatura y fuerza habían disminuido mucho. La sombra continuó hacia el este sobre Siria e Iran y se fue dividiendo y suavizando mientras recorría Asia. Cabe mencionar que se han encontrado restos de la capa de ceniza terana en diversas partes de Egipto.
Y Tras el Fuego el Agua...
Si bien la lluvia de fuego o la nube de ceniza y calor intenso fueron importantes también es cierto que no tanto como para afectar de manera tan catastrófica a la isla de Creta, verdadero centro del poder minoico. Otra fuerza mucho más devastadora tuvo que ser la culpable de que los minoicos perdieran su hegemonía en el Mediterraneo y se vieran indefensos ante la invasión de pueblos extranjeros, en este caso de los griegos continentales.
Para averiguar todo ello vamos a retrotraernos al verano del 1932 d.C. El arqueólogo Spyridon Marinatos se hallaba trabajando en la costa septentrional de Creta (la costa norte, frente a Thera) en un lugar llamado Amnisos. Allí, en unas excavaciones, observó como unos muros de piedra se habían desplomado de un modo un tanto extraño. En una de las casas faltaba toda la parte superior de un bloque vertical y cual fue su sorpresa cuando el resto del bloque fue hallado a más de 100 metros, encajaba perfectamente y ¡pesaba media tonelada!.

Hay que ser tonto, y Marinatos no lo era, para pensar que alguno de los invasores posteriores pudo dedicarse a romper y trasladar un bloque de media tonelada a más de 100 metros sin ninguna causa aparente. No, ese bloque fue arrastrado por la fuerza de una gran corriente de agua, el tsunami.

Posteriores investigaciones han aportado pruebas acerca del tsunami que se originó tras la explosión de Thera. Por ejemplo, se sabe que en el golfo de Kerme (Turquia), a más de 200 km al este de Thera, la ola llegó con tal fuerza que gracias a la orografía del terreno, que actuó como cuña, ésta se elevó hasta los 250 metros de altura y penetró más de 50 km tierra adentro. Algo parecido ocurrió en el oeste, en el golfo de Nauplis (Grecia).

Cuesta imaginar que efectos devastadores acaecieron en la costa norte de Creta a causa del tsunami. La ciudad de Knosos (al norte de la isla) debió sucumbir ante la fuerza del agua y la mayor parte de la flota (por no decir toda) atracada en su puerto de Heraclión debió quedar reducida a astillas. Quizás, solo algunos barcos que se encontraban en ese instante en alta mar pudieron salvarse de la ola therana dado que el verdadero poder destructor de ésta reside al romper contra la costa, en el interior del mar sus efectos se reducen considerablemente. Aunque hay que recordar que muchos de estos barcos también sufrieron la nube de cenizas y calor.

El Ocaso Minoico

En unas horas la importante flota cretense quedó reducida considerablemente y lo que es peor, sin las infraestructuras necesarias para reconstruirla en poco tiempo. Con una isla, Creta, practicamente devastada, con el puerto y astilleros destruidos y sin apenas barcos, la situación era muy delicada. Estaban indefensos y los griegos continentales se aprovecharon de ello invadiendo la isla. Los minoicos pasaron de controlar todo el Mediterraneo a estar subyugados al poder helenístico en apenas 50 años.

No se sabe muy bien que ocurrió con todos los supervivientes, especialmente con los maestros y expertos artesanos. Quizás algunos fueran seleccionados por los griegos y los más valiosos enviados a Grecia o Italia. Se cree que otra parte navegó hacia el sureste rumbo a Tunez y se instalaron en las montañas Atlas. Otros fueron al sur, a Egipto, donde los más talentosos al parecer se convirtieron en un conjunto de nobles egipcios. Y quizás el resto viajaron hacia el este, llevando su particular arquitectura al país que denominaron Filistea o Palestina.

2000 años contempló la Tierra el caminar de un pueblo pacífico, culto e inteligente. 2000 años de prosperidad y avances tecnológicos. 2000 años de sueños interrumpidos por una naturaleza sin compasión y que aún hoy en día nos recuerda que jamás podremos dominarla.

No me gustaria acabar sin escribiros una cita de Charles Pellegrino.. una cita para la reflexión de como podría ser el mundo de hoy en día sin lo ocurrido el otoño del 1628 a.C..."Si Thera no hubiese estallado, podría haberse llegado a la televisión en tiempos de Cristo."

BIBLIOGRAFÍA
PELLEGRINO, Charles: El misterio de la Atlántida. Argentina, Javier Vergara Editor S.A., 1997.