Germán es un guionista de historietas que se le aparece un viajero del
tiempo que se hace llamar el Eternauta, aunque su nombre terrestre es
Juan Salvo. Y el viajero comienza a contarle de su odisea. Estaba en su
casa de Vicente López junto a su familia (su esposa Elena y su hija
Martita) compartiendo una partida de truco con sus amigos Favalli, Lucas
y Polsky: cuando cayó una nevada mortal de copos fluorescentes que
aniquilaron a gran parte de la humanidad. Gracias a que su casa estaba
herméticamente cerrada ellos se salvaron de la aniquilación.
Deciden
organizarse para superar la catástrofe (que suponían provocada por
pruebas nucleares) y buscan comida, remedios y armas, porque hay
sobrevivientes que se cazan entre sí. Como dijo Favalli: "La ley de la
civilización quedó sepultada bajo la nevada mortal". Pero para sorpresa
de todos, la nevada no es el fin de la catástrofe sino el principio de
una terrible invasión extraterrestre.
A los copos les siguen los
Cascarudos, unos enormes insectos que matan todo lo que se les cruza en
su camino. Y luego de esto llegan los Manos, unos seres superdotados que
comandan a los cascarudos. Contra estos invasores los sobrevivientes se
agrupan en un ejercito. Salvo y Favalli, junto a un chico vecino
llamado Pablo se alistan para enfrentar al enemigo. Elena y Martita
aguardan en el chalet de Vicente López. Para ese entonces Polsky y Lucas
ya se habían sumado a las víctimas de la catástrofe
Comienza
entonces una serie de batallas (Rotonda de General Paz, Cancha de River,
Barrancas de Belgrano) contra Manos, Cascarudos y Hombres Robot, ya que
tanto los grandes insectos como los humanos tomados prisioneros sufren
el implante de un teledirector en la nuca que los vuelve títeres del
invasor.
Finalmente, con el ejercito disminuido se desencadena la
batalla de Plaza Italia donde hacen su aparición los Gurbos, unos
gigantescos animales que destrozan todo a su paso. Como si fuera poco,
algunos países todavía se resisten y envían bombas atómicas contra la
base de la invasión, Buenos Aires.
Salvo, Favalli, Pablo, Mosca (un
periodista que se suma al grupo) y Franco (un joven que resulta ser un
verdadero héroe) sobreviven a la experiencia no sin antes saber la
temible realidad: los Manos que comandan a los Cascarudos, Gurbos y
Hombres-robots, no son sino esclavos de los verdaderos invasores, los
ELLOS. Unos seres a los que nunca llegaran a ver los humanos.
El
grupo va por Elena y Martita y deciden huir a las montañas, pero un
mensaje de radio enviado por la resistencia terrestre los ilusiona y van
hacia unos refugios libres del peligro extraterrestre. Salvo y su gente
eligen Pergamino, porque es el refugio más cercano. Cuando llegan, son
recibidos con cierta frialdad, pero no descubren hasta que es demasiado
tarde que todo es, una vez mas, una gran trampa de los ELLOS. Favalli,
Pablo, Franco y Mosca son convertidos en Hombres-robots y Juan Salvo
junto a su mujer y su hija tratan de huir, se meten en una nave y por
accidente tocan un mando que los hace viajar por el espacio y tiempo.
Solo que Salvo va por un lado y su mujer e hija por el otro (que en
términos espacio-temporales significa que quizás nunca vuelvan a
encontrarse). Luego de recorrer cientos de continuums Juan Salvo, ahora
llamado El Eternauta (viajero de la eternidad), aparece en la tierra en
la casa del guionista Germán. Al terminar su relato Salvo comprende que
ha llegado a la tierra, a su mismo continuum, en 1959, un par de años
antes de la terrible invasión. Desesperado comprende que sus queridas
Elena y Martita deben estar en su chalet. Sale corriendo a buscarlas (la
casa de Germán queda a pocas cuadras del chalet) sin pensar que también
hay un Salvo de ese presente.
Germán corre tras él para advertirle
pero llega tarde. El Juan Salvo viajero del tiempo se fusiona con el
Juan Salvo de ese presente y olvida todo. Germán ve como un Juan más
joven y sonriente se va abrazado de sus queridas Elena y Martita y
piensa si todo lo que oyó de verdad sucedió.
Si será posible que en dos años el horror se abata sobre la humanidad.
Guión : Héctor G. Oesterheld
Dibujo: Francisco Solano López
Primer lanzamiento: Revista Hora Cero, Ed. Frontera, 1957.