EL ANSIA - Álvaro Fuentes

Abro los ojos.

¿Qué ha pasado? Me siento como al despertar de una larga siesta.

Recuerdo… gritos, miedo, dolor, después calma.

No noto nada, me cuesta pensar.

Lo intento. Pienso.

Un hombre corría hacia mí. Me tiró al suelo. Grité. Me mordió. Intenté escapar, no pude. Dolor. Grité más fuerte. Me comía. Más dolor. Más gritos… después calma.

Por último, oscuridad.

Ahora no hay dolor. No noto nada.

¿Qué ha pasado?

Me miro las manos. Están llenas de sangre. Me asusto.

¿Qué ha pasado?

Miro al suelo. Todo está teñido de rojo. Miro las paredes. Están salpicadas de sangre. Miro las escaleras. Un rastro escarlata las recorre.

¿Qué ha pasado?

Necesito calmarme. Intento respirar profundamente. Un momento. No estoy respirando.

No respiro.

Pánico.

¿Qué está pasando?

Me busco el pulso en la muñeca. Nada. Lo busco en el cuello. Mis dedos encuentran una herida enorme. Mis yemas rozan algo viscoso.

Pánico.

¿Qué está pasando?

No comprendo. Comienzo a temblar. No es miedo. Es otra cosa.

Noto algo. Voces.

Alguien habla. Es en el piso de abajo. No entiendo lo que dice.

Rugen mis tripas. La saliva inunda mi boca. Tengo hambre.

Alguien grita algo abajo. Noto un calor que me sube desde el estómago.

Pienso en comer. ¿Qué pasa? Intento pensar en otra cosa. No puedo. Sólo hay hambre.

Mi cuerpo se lanza escaleras abajo. Corro. Rápido. Más rápido.

Giro el rellano. Veo a un grupo de personas. Ellos me ven. Me paro en seco. Me gritan algo. No entiendo. «No nos hagas daño», grita una mujer. No la entiendo. No sé qué me dice.

Me fijo en su cuello. Me fijo en la vena que se marca en él. Me lanzo a por ella.

Grita. Todos huyen. Son rápidos. Ella ha sido lenta. Salto. Me abrazo a su cuerpo.

«¡Ayuda!», grita. No la entiendo. El resto huye. Gruño.

Grito. Me siento frenética.

Muerdo su cuello. Arranco piel, músculos y tendones. ¿Cómo es posible? ¿Cómo soy capaz de morder así? Un diente se me parte. No siento dolor.

La sangre salpica mi cara. La mujer grita. Se agita como una posesa. Yo gruño mientras arranco carne. Trago trozos enteros. No mastico. No saboreo. Sólo trago.

Con cada pedazo quiero más. Muerdo con más ansia. Trago. Muerdo. Arranco. Trago.

La mujer grita. Apenas se escucha su grito ya. Gruño más fuerte. Deja de moverse. Ya no grita.

Muerdo. Arranco. Trago. Escupo. Su sabor ahora es horroroso. No quiero más de ella.

Busco a los otros. No están. Han huido. Se han escondido detrás de algo. Un momento. Yo sé qué es eso detrás de lo cual se han escondido.

Pienso. Duele mucho. Cuesta. Pienso. La palabra se forma en mi cerebro. Lentamente. Gota a gota. «Puerta.» Recuerdo.

Es una puerta. Están detrás de una puerta.

Me tiro a ella. Golpeo. Araño. Grito. Aúllo. Golpeo. Están detrás. Los oigo. Me oyen. Quiero llegar a ellos. Quiero su carne. ¿Qué estoy pensando? Yo no soy así. Noto el hambre que me taladra. Sí, sí soy así. Ahora sí.

Pienso. El dolor es horrible. Cuesta más que antes. Pienso. Antes sabía cómo pasar por una puerta. Pienso. Una punzada de dolor atraviesa mi cerebro. Noto cómo llega el recuerdo. Dolor. Pienso. «El pomo.» Recuerdo. Hay que usar el pomo.

Lo busco. Ahí está. Lo agarro. Intento abrir. No puedo. Ira. Frustración. Grito. Aúllo. Golpeo la puerta. Araño.

Oigo cómo se me rompe un dedo. Lo miro. Está torcido. No duele. No me importa. Ellos están dentro. Yo estoy fuera. Quiero entrar. No sé cómo. Ira. Golpeo.

Escucho algo detrás. Me giro. Miro. Es la mujer. Se levanta. Pero no es igual. No me atrae.

Me mira. La miro. Su cuello está desgarrado. Se lo hice yo. No me importa. No siento pena. Sólo rabia. Ya no me interesa.

Escucho voces más abajo. Ella también. Duda. Yo no. Corro escaleras abajo. Mientras bajo, la escucho rugir. Ya lo sabe. Corre detrás de mí.

Los veo. Son varios. Van corriendo a la calle. Otro les persigue. Gritan. Aullamos. Corro más rápido. Corren más rápido. Noto el ansia. Rujo. Gritan.

Salgo a la calle. Veo movimiento por todos lados. Hay incendios. Hay humo.

Veo a otros como yo. Veo a otros como yo era antes. Me paro. No sé qué hacer. No sé a por quién ir. Demasiados. No me centro. Me cuesta.

Oigo gritos a mi lado. Una mujer con un niño. Corren. Sé lo que hacer. Corro tras ellos. Gritan. Rujo. Corren. Soy más rápida. El niño es un lastre.

Algo en mi interior me dice que sólo es un niño. Casi puedo sentir algo. Ya es tarde. No queda nada de lo que antes era.

No siento nada. No tengo dolor. No tengo miedo. No quiero pensar más. Sólo quiero comer.

El niño tropieza. La mujer se para. Duda. «Mamá, ayúdame», grita el niño. No entiendo lo que dice.

Va a ser mío. La madre lo mira. La madre me mira. Veo la duda en sus ojos. Veo pena en ellos. Veo la culpa apareciendo. «Lo siento, te quiero», dice, y se va corriendo. No la entiendo. Me da igual.

El niño es mío.

Me tiro encima de él. Grita. Llora. «Mamá», grita. Rujo. El ansia crece. La ira aumenta. Noto el hambre.

Busco su cuello. Se defiende. Mi boca encuentra su cuello. Muerdo. Él grita. Llora. Yo rujo. Arranco su carne. Trago.

Me cuesta pensar. Quiero comer. Muerdo. Desgarro. Arranco. Trago.

Me pierdo. No puedo pensar. Lucho. Intento pensar.

Muerdo. Desgarro. Arranco. Trago.

Me pierdo. Ya no quiero pensar más.

Nunca. Quiero pensar.

Muerdo. Desgarro. Arranco. Trago.

El sabor de la sangre me inunda. Me rindo. No quiero pensar. Quiero comer.

«Es sólo un niño», me dice algo en mi interior. Es el último intento.

No… lo… en… entiendo.

C… co… comer.

S… sólo co… commmmm… comer.

L… lo s… si… siennnnnn…

Lo siennnnn…

Lo siento.