TIENE MENSAJES NUEVOS. PARA ESCUCHARLOS PULSE… - Angel Villan



«Mensaje recibido el día 22 de marzo a las 14 horas, 32 minutos»:

—¿Hijo? Sí, lo sé, no estás en casa. Llámame tonta, pero pensé que a lo mejor habías vuelto con antelación a casa y no habías avisado. Estoy preocupada por todo este tema del virus, mi pequeño. Parece que cada vez está en más países, y aunque tú aún estás lejos, estoy algo angustiada por ti. Espero que regreses pronto y puedas llamarme. Te quiero, hijo.

«Mensaje recibido el día 27 de marzo a las 21 horas, 49 minutos»:

—Hola, cariño. No estás aún en casa, ¿verdad? Estoy muy preocupada, de verdad. Hoy ha salido el rey por la televisión y ha dicho algo de un tal Marcial. Estaba tan nerviosa que no he entendido lo que quería decir. Tu padre me lo ha explicado: desde hoy está prohibido salir a la calle de noche. ¿Te lo puedes creer? También he oído noticias de que el virus se está extendiendo mucho por España, y también por Madrid. Aquí ya se habla de disturbios y gente desquiciada por la calle. Pienso que… Aunque sea exagerado, quizá no está de más el toque de queda. Espero que cuando llegues y te encuentres todo esto, sepas reaccionar a tiempo y no te hagan nada malo. Te dejo, que tengo que ir a hacer algo de cena. Adiosito, pequeño.

«Mensaje recibido el día 30 de marzo a las 12 horas, 3 minutos»:

—Hola. Esta vez sí es un mensaje importante, cielo. Nos vamos de casa. El gobierno ha creado unos puntos seguros en los centros de las ciudades para protegernos de la gente infectada. Hablan de que son muy agresivos y contagian a la gente normal con facilidad. Por lo que recuerdo, aún te quedan algunos días fuera. Espero que estés bien, cariño. No te preocupes por mí ni por papá, seguro que allí estamos bien. En cuanto lleguemos y sepamos exactamente adónde nos han enviado, te llamaremos y te dejaremos otro mensaje si aún no estás. Por cierto, los móviles empiezan a fallar, a si que te dejaremos algún teléfono fijo del lugar. ¡Ah, escucha!: tu hermana ha dicho que se quedará de momento en su casa; la muy cabezota no quiere atender a razones y prefiere quedarse con el chulo de su novio. Si las cosas se ponen feas, por favor, cuida de ella. Te quiero, mi niño, y cuídate tú también.

«Mensaje recibido el día 2 de abril a las 2 horas, 59 minutos»:

—¡Por fin! Escúchame, hijo: no te he podido llamar antes, llevo desde que llegamos haciendo cola para el teléfono público y mira qué horas son. Aquí hay miles de personas y apenas hay teléfonos, ¡todo el mundo quiere hablar! Óyeme, cielo, estamos aquí, en el estadio de fútbol del Getafe. Nos tienen durmiendo en tiendas de campaña como si fuera un campo de concentración. ¡Es tan indignante! Para hablar con nosotros no tengo ni idea de lo que puedes hacer, creo que lo mejor es que vengas directamente si seguimos aquí encerrados. Aunque los rumores hablan de que cada vez la cosa pinta peor ahí fuera. Se dice que Toledo es un caos, que nadie está a salvo allí y cosas así. Por favor, hijo, ten mucho cuidado cuando salgas de casa. Pienso que quizá sería mejor que te quedaras en el chalé, allí al menos estás apartado de toda esta gentuza y vivirás más dignamente. No abras la puerta a nadie y no te fíes de la gente. Si puedes, ve a buscar a tu hermana; acabo de hablar con ella y sigue encerrada en casa. Dice que hay infectados merodeando por su calle, pero que está bien. Tienen comida para algunos días y dice que no me preocupe… ¡Ah! No salgas por la noche, el toque de queda lo cumplen a tiros, mi hijo. ¡Espero que no te pase nada! Te tengo que dejar, la gente empieza a empujar y… ¡OIGA! ¡UN POQUITO DE RESPETO, ¿NO?! ¡Por favor!… Perdona, cielo, pero escúchame, ten cuidado, ¿sí? ¡Y mira bien antes de cruzar, que los militares van como locos! ¡Te quiero, hijo! ¡Pero bueno! ¡Quieren parar de emp…!

«Mensaje recibido el día 5 de abril a las 19 horas, 12 minutos»:

—Tate, ya sé que no estás, pero te dejo este mensaje porque ya no puedo hablar con papá y mamá. Estoy con Richi y esta tarde nos vamos de mi piso. Hay infectados en nuestra calle, así que Richi ha decidido que nos vayamos a su pueblo, a casa de sus padres. Ellos están bien, y el pueblo, aseguran, está libre del virus. No es mucho camino, es en Colmenar Viejo. La dirección es calle del Tinte, 8. Piso… ¿Qué piso era, Richi?… Ah, sí, tienes razón. Toma nota, calle del Tinte número 8, 4.º derecha. Cuando llegues a casa y escuches esto, si hablas con mamá, díselo, porque seguro que está preocupada. Si puedes ir a buscarlos al estadio, sería lo mejor, los rumores hablan de que las cosas se están poniendo cada vez más feas en los puntos seguros. Aunque no me hagas mucho caso porque la tele no funciona y la radio a duras penas. Sólo son mensajes de advertencia y cosas así, pero dijeron que no se acudiera a los puntos seguros, así que me imagino que no están muy bien. Richi tenía razón, ojalá la testaruda de mamá me hubiera hecho caso. Bueno, lo que sea, un besito y ten cuidado. Nos veremos pronto, hermanito.

«Mensaje recibido el día 6 de abril a las 5 horas, 45 minutos»:

—¿Hijo? Soy yo, tu padre. ¿Estás ahí? ¿Aún no has llegado a casa? Después de todo lo que ha pasado no recuerdo cuándo llegabas. Espero que aún estés fuera del país, lejos de todo este horror. Pero quiero que prestes mucha atención cuando oigas esto al llegar a casa. Tu madre y yo hemos conseguido escapar de la trampa del estadio. Todo se volvió una matanza, y sinceramente logramos salir por los pelos. Tu madre está en mitad de una crisis nerviosa y yo apenas consigo mantenerme sereno, pero debo hacerlo por ella. Escucha, estamos refugiados en un piso de una urbanización en las afueras de Getafe. No puedo decirte dónde exactamente, y no puedo salir precisamente al exterior para mirar la plaquita de la calle. Desde la ventana parece una amplia avenida, y, si no recuerdo mal, tenemos el estadio al este, no muy lejos. Quiero que me hagas caso, no sé si podremos volver a llamarte. Presiento que el teléfono va a durar menos o nada, es toda una suerte que aún esté en servicio y tú tengas corriente en casa… Al final tenías razón con lo de la energía solar.

»Bueno, escúchame: no vengas a por nosotros. Quédate en tu casa, en el chalé estarás más seguro. Tu madre te dijo que fueras a buscar a tu hermana, pero yo no sé qué decirte. Si puedes, hazlo. Lo último que supimos de ella es que estaba bien, pero ahora no coge el teléfono. Si se ha ido a algún lado, no nos lo ha podido decir, así que espero que te dejara a ti un mensaje. Tú sabrás qué es lo mejor que puedes hacer. Confío en ti.

»Nosotros no podemos salir de aquí de momento, hasta que venga “la caballería”. Hay decenas de infectados abajo y tú solo únicamente conseguirías que te atacasen. Quédate allí y protégete todo lo que puedas. Haz barricadas, lo que sea. Pero ni se te ocurra acercarte a un infectado, sea quien sea. Son altamente contagiosos y agresivos. Me duele no estar ahí para protegerte, pero ahora tengo que cuidar de mamá. Haz lo posible por sobrevivir, hijo. No te preocupes por nosotros, ya verás como todo se arregla y vienen a rescatarnos. Hemos colgado sábanas en las ventanas pidiendo ayuda. Nosotros estaremos bien, cuídate tú.

«Mensaje recibido el día 7 de abril a las 17 horas, 23 minutos»:

—¡¡Amor!! ¿Me oyes? ¡¡Aún funciona el teléfono!! ¡¡Le voy a dejar otro mensaje!!… Hola, cielo, me sorprende volver a poder dejarte un mensaje. Los últimos días han sido un infierno, ya me ha dicho tu padre que te lo contó por encima. Quiero que tengas en cuenta sus palabras y hagas caso a todo lo que te dijo, él sabe lo que hace. Estamos encerrados aquí en el piso, y aunque los infectados se las han ingeniado para colarse en la escalera, estamos bien, pues la puerta está cerrada y tiene una cadena de seguridad. Comida no tenemos mucha, pero bueno, siempre quise hacer dieta, ¿no?… Estoy muy preocupada por vosotros, tú ya deberías haber regresado a casa y haberme devuelto la llamada. No sé qué número es éste, pero míralo en tu teléfono. De tu hermana tampoco sé nada, no coge el teléfono… Espero que esté en algún lado escondida y cuando termine esta pesadilla por fin consigamos reunirnos todos. Cuando logremos salir de aquí, iremos para tu casa, ¿vale? Me gustaría que ése fuese nuestro punto de reunión. Díselo a tu hermana si consigues hablar con ella… Espero que llegues pronto a casa… Te quiero, hijo.

«Mensaje recibido el día 8 de abril, a las 23 horas, 12 minutos»:

—[Sollozos]… Mi niño… Mi niño, ¿estás ahí? Por favor… [Sollozos] Tengo mucho miedo, estoy asustada. ¡Los muertos saben dónde estamos! Llevan horas aporreando la puerta. ¡Me van a volver loca! Por los gemidos deben de ser muchísimos, estoy aterrorizada. Si… Si puedes… Ven a ayudarnos. Nadie ha aparecido… Tengo miedo… [Sollozos y golpes de fondo] Tu padre ha puesto muebles delante de la puerta, espero que no puedan entrar… He visto lo que hacen…: muerden a la gente… la despedazan… y están… Ellos están muertos, pero aun así andan, atacan a la gente… Por favor, mi hijo… ven en cuanto puedas… No sé hasta cuándo podremos aguantar así… Te quiero, mi pequeño… Ten… Ten mucho cuidado…

«Mensaje recibido el día 8 de abril, a las 23 horas, 48 minutos»:

—Perdóname, cariño. Olvida lo que dije antes. Estaba asustada… Es inútil que vengas. Lo he aceptado, y ahora… ahora simplemente quería despedirme. No… No sé por dónde empezar. Siempre has sido un buen hijo, cariñoso y respetuoso con tu familia. Te he querido desde el día en que supe que ibas a nacer, y te querré por siempre. Quiero que lo sepas y lo tengas clarísimo. Tu padre… [Silencio, golpes de fondo y sollozos ahogados]

»Tu padre también te quiso siempre. Ahora ya no está aquí… pero sin duda fue un gran padre. Cuidó de sus hijos y de su mujer durante toda su vida. Lo ha dado todo hasta su último aliento… quiero que lo sepas. Me encerró en este dormitorio y se quedó fuera luchando con esas bestias… [Sollozos y golpes] Ya sólo es cuestión de que echen la puerta abajo, cielo.

No te preocupes más por nosotros, ahora lo único que quiero es que sigas viviendo. Que lo hagas por nosotros y que busques a tu hermana. Cuida y protege lo que nosotros no pudimos… [Llora en silencio durante un par de minutos, mientras los golpes son cada vez más estruendosos]

»Lo siento, mis pequeñines… Recordad que siempre os quisimos, que os amamos desde lo más profundo de nuestro corazón, y mi alma espera… [Un gran crujido, golpes, muebles arrastrándose]… que aguantéis y resistáis hasta el final. Protege a tu hermana… y cuídate

»Te quiero.

[Golpes, forcejeos y durante unos segundos gemidos de dolor ahogados, resistiendo los gritos. Después, sonidos viscerales, para terminar en un silencio sólo roto por pies arrastrándose y algún que otro pequeño golpe, un objeto cayéndose o empujado, hasta que se acaba la cinta]