El hombre contemplaba el hermoso
paisaje que lo rodeaba como si fuera aquella la última vez, tenía
la certeza que había fallado, la mujer se acercó por detrás
intentando llevarle consuelo, todo es mi culpa dijo, él girando
contestó, no es así, tu me ofreciste y yo acepté, ambos lo somos,
tras estas palabras unieron sus cuerpos desnudos y juntos lloraron,
aguardando...
No lejos de allí, mientras las oscuras nubes cubrían el cielo del edén, la serpiente era testigo de las primeras lágrimas de la humanidad. |
LA PRIMERA LÁGRIMA - Mauro Cartasso
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Microcuentos