EL MITO WICHI DE LA CREACION - Extraído del Portal Informativo de Salta
Hubo un
tiempo en que la tierra estaba arriba y el cielo abajo. Tanto era la
suciedad que caía, que el cielo se quejó y pidió la inversión de los
planos. Desde entonces el cielo está arriba y la tierra abajo. Entre
ambos está el territorio de los vientos y las nubes. Bajo la superficie
(ríos, lagunas, bañados, campos, bosques) están el bajo tierra y el bajo
agua. Cada estrato tiene sus seres. Todo está rodeado por líquido y
aire y a lo lejos está el fuego.
Hubo
otro tiempo en que un gran árbol unía los diversos mundos. El de la
copa, el de arriba, era el de la abundancia. Los hombres de la faz de la
tierra iban allí a proveerse, subiendo y bajando por este árbol,
vínculo de la vida. Mas un día no cumplieron con sus tradiciones
solidarias, no entregaron lo mejor y más tierno a quienes no podían
andar arriba-abajo, no dieron nada. Los ancianos se quejaron. Llegó el
Gran Fuego y ardió todo. El joven Luna fue eclipsado por el jaguar
celeste y sus trozos cayeron en tierra incendiándola. Algunos quedaron
en el mundo de arriba cuando se quemó el Gran Arbol. Son los abuelos, Dapitchí, los
antepasados (estrellas, constelaciones) que cazan por el sendero de los
ñanduces (la Vía Láctea). Sólo unos pocos, honestos y respetuosos se
salvaron metiéndose bajo la tierra, pero desde entonces todo hubo que
conseguirlo aquí.
Los
seres humanos varones pertenecen a la tierra, surgieron de ella por el
agujero del escarabajo. Procreaban eyaculando juntos en un cántaro de
calabaza. En una ocasión notaron que parte de lo que cazaban o pescaban
les era robado. Dada la reiteración dejaron como observadores al ratón
de campo y al loro, el primero no percibió nada y al segundo le
ennegrecieron la lengua. Por fin, el Gavilán, Halcón o Carancho, avisó:
extraños seres escapaban como arañas al cielo mientras iban tejiendo sus
cuerdas de fibra vegetal. Con la ayuda de los picotazos de Carancho y
una lluvia de flechas, algunos seres celestes cayeron incrustándosc en
la tierra. Tatú o el Armadillo los sacó con sus uñas. Tenían dos bocas
dentadas, una en medio de la cara, la otra en medio del cuerpo, por
ambas devoraban la comida robada. El Zorro pretendió efectuar una
cópula, perdió su pene y le tuvo que ser reemplazado por un huesito. El
frío hizo que se acercaran al fuego encendido por los hombres. Cuando
abrieron las piernas al sentarse, Aguilucho les arrojó una piedra que
hizo caer todos los dientes de la boca inferior menos una que resultó
ser el clítoris pues se trataba de mujeres y desde entonces es que nacen
niños y niñas, de hombres y mujeres. Lástima que algunas o son hermosas
porque la mayoría de éstas escaparon al cielo. Como mujeres son de
origen celeste, tienen parte de ese poder, los hombres detentan el poder
terrenal.
Igual
que en los mundos precedentes, todo comenzó a corromperse, se quebró el
equilibrio y cuando el Arco iris se ofendió por el accionar no
tradicional de las mujeres menstruantes, comenzó la inundación. La Gran
Agua, ahogó todo y hubo de comenzarse un mundo nuevo. Fue Paloma quien
picoteando una semilla hizo brotar un Algarrobo y a su parir recomenzó
la naturaleza, los seres de la tierra. Sin embargo, la periódica
corrupción de la humanidad les encadenó un nuevo cataclismo.
Hombres
y mujeres habían comenzado a eliminar o devorar a sus hijos. Sol,
sobrina de Luna, que es mujer vieja y gorda en verano, joven y delgada
en invierno, se quedó quieta, se negó a seguir su camino. Durante la
Gran Noche todo se congeló y cubrió de hielo. Cuando ya había muerto
todo lo contaminado, un muchacho, dotado de poder por su calidad humana
soñó con el Día. Su canto acompañado con sonajas hizo que Sol volviera a
salir y recomenzara la vida. Esta quinta humanidad es la de los “Toba”,
“Pilagá”, “Mocobí”, pero también de los Europeos y otros pueblos. (*)
(*) Fuente: Orígenes, Argentina, de Miguel Biazzi y Guillermo Magrassi, ed. Corregidor, pp-43-44.
Los Wichis
Viven
en Salta, Formosa y Chaco, en Argentina. También en Bolivia y
Paraguay. Es pueblo del monte
aunque ocupan las periferias de los pueblos como Ingeniero Juárez
y Las Lomitas en Formosa, o Los Blancos y Embarcación, en
Salta.
Hoy
ocupan tierras marginales, montes deteriorados debido a la tala
indiscriminada de árboles, la instalación de petroleras
que ocasionan la pérdida de la fauna autóctona. En
Formosa, las comunidades del oeste recuperaron, en gran parte, el
reconocimiento legal de las tierras que ocupan.
Viven
en comunidades situadas en las cercanías de poblados blancos,
en medio del monte o sobre la ribera del Pilcomayo y Bermejo, con
líderes tradicionales y elegidos por la comunidad. Comparten
con otras etnias el resurgimiento de la organización de la
lucha por al tierra. Participan con sus representantes en el espacio
reconocido por las leyes del aborigen.
Muchos
aún practican la recolección de frutos y miel del
monte, cazan y pescan. Otros trabajan en obrajes madereros, en
desmontes o son cosecheros temporarios en campos ajenos. Tallan la
madera del palo santo, tejen con fibras de chaguar y hacen una
utilitaria alfarería que venden también. Algunos fueron
víctimas del cólera.
Debido
a la acción del blanco, de sectas religiosas, de la escuela
común y de otros, han ido perdiendo la cultura propia de los
pueblos cazadores y recolectores, aunque la mayoría tiene
arraigadas costumbres de vida con dependencia plena de la naturaleza
y aún conservan elementos de su rica cosmovisión, su
lengua y curaciones naturales, entre otras cosas.
Relación
con la naturaleza
El
hombre está plenamente integrado a la naturaleza; extrae de
ella las nociones fundamentales, religión, lenguaje,
explicaciones. La tierra es considerada tierra de todos por ser
interpretada como un espacio libre. Convendría decir que todas
las formas de vida cultural se establecen alrededor de mitos
diversos: astrales, cosmogónicos, animalísticos,
vegetales, etc. Cada uno de los elementos que constituyen a diario el
hábitat de ese pueblo, está protegido por Demiurgos que
castigan a quienes violan los tabúes impuestos.
Un
lugar preponderante en la cosmovisión ocupa el chamán,
que al igual que en otras culturas accede a esa función a
través de la transmisión hereditaria, la revelación
o el aprendizaje. El chamán, verdadero puente entre la
comunidad y lo sobrenatural es también el custodio de los
mitos que explican el misterio de los hombres y del mundo además
de aplicar esos conocimientos para la curación de
enfermedades.
Con
la aparición de las misiones la religión anglicana
ganó adeptos junto a otras sectas de orientación
evangélica; éstas aplicaron una férrea
disciplina para regir la conducta produciendo una interacción
de lo nuevo con lo tradicional, aparece el fatalismo conviviendo con
la conciencia mágica y la creencia de la cura a través
del rezo.
La
funebria entre estos pueblos nos muestra también el entierro
secundario de los huesos. Al morir un miembro de la comunidad, el
cuerpo es depositado en una fosa luego de haberlo envuelto con mantas
y tapado con ramas, se cubre la fosa con tierra y después de
un tiempo se juntan los huesos y se los deposita en una tinaja para
ser trasladado al cementerio comunitario; la viuda del difunto viste
ropas oscuras, corre y danza por el monte desgarrando sus vestiduras
en señal de luto.