Argumentos disímiles por doquier, pero un hilo conductor, el
protagonismo de lo distinto, lo diferente. Jóvenes con poderes o sin
ellos, nos muestran la incertidumbre de no encajar en los moldes
estándares de la sociedad y lo que sucede tras esto, líderes natos de
algo que no está estipulado, dudosos de sus cualidades al punto de
ocultarlas, y lo más común, el peligro que significa lidiar con este
tipo de persona.

Encontramos en el cine historias de personas que a
temprana edad deben decidir entre la familia o el mundo exterior,
continuar con las tradiciones o cambiar el enfoque de sus vidas, la
elección por ser distintos los aleja de los lazos familiares, son
valientes pero en un momento se encuentran solos sin apoyo mientras
gozan de esa libertad ansiada. Libertad que en poco tiempo se ve
amenazada por nuevos retos, de los cuales en algunos casos se sale ileso
en otros tiene sus consecuencias, volver a ser la persona anterior a la
elección, cuando el cambio significó dar la espalda a las personas más
valiosas que lo acompañaron en sus tempranos años. Acá es cuando entra
el temor de ser distinto, eso le hace peligroso para el estándar y si no
sigue el parámetro preestablecido, todo lo que era un mundo abierto y
liberal se comienza a cerrar y oscurecerse. Las preguntas son que tan
bueno es ser diferente, es realmente lo que desea?. Solo encontrar la
persona adecuada le puede orientar y ayudar a desarrollar esa diferencia
que obviamente deberá usar para el bien. Ahí el protagonista reconocerá
el valor de las cosas y volverá a sus orígenes pero, renovado y con
fuerzas, listo para hacer frente a lo que se oponga. En este preciso
momento aparece el cartel de fin y para continuar la historia deberemos
esperar una nueva entrega. Mientras tanto el verdadero argumento, sin
poderes, sin las guerras que derivan en las distopias es en este tiempo y
lugar, donde nuestros jóvenes protagonizan la franquicia de sus vidas.